Leía hace unas semanas, en la columna que Arturo Perez Reverte escribe religiosamente cada semana en "XL Semanal", una reflexión muy aguda sobre el gobierno, los sindicatos y el pueril comportamiento que ambos tienen con respecto a los desempleados. Voy a rescatar un párrafo que expresa un sentimiento que muchos tenemos hacia los sindicatos, pero que muy pocos tienen el talento de expresar en palabras con el cuchillo lo suficientemente afilado, y no voy a olvidar recomendar leer la columna entera en su web “Patentes de corso”, se titula: El albanil y la ex presidente.
Hablando de los cursos de formación que les dan a los desempleados, como Photoshop a las cajeras de supermercados, o informática a los albañiles, escribe:
“Nos despedimos -se empeñó en pagar las cañas, rumboso- y me quedé pensando. Haciendo cuentas sobre a quién aprovecha lo del curso informático: si a mi amigo paleta, o a un Gobierno que puede así camuflar estadísticas, vendiendo otro paripé en plan nos encargamos de todo y los tenemos ocupados, y a unos sindicatos apesebrados y sobornados que viven del cuento y por la cara; que así -y no quiero pensar de qué otras maneras- justifican lo que han estado trincando hasta hoy para mantener mudas sus boquitas pecadoras, cuya succión sistemática y cómplice a las partes pudendas del poder político pretenden ahora disimular, a toro pasado, con una huelga general inoportuna, inútil y perfectamente idiota. A ver, me pregunté, cuánta pasta se habrá quedado por el camino, en sueldos a liberados y en pegatinas sindicales, antes de que, con lo que queda, esos paladines del trabajador español le paguen un curso de informática a un albañil para que escriba su currículum.”